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Karma

Por Sri Swami Sivananda

Karma es un término sánscrito que significa acción o hecho. Cualquier acción física o mental es Karma. El pensamiento es Karma mental. El Karma es la suma total de todas nuestras acciones, tanto en la vida presente como en los nacimientos precedentes.
Karma no sólo significa acción, sino que también se refiere al resultado de la acción, ya que la consecuencia de una acción no es algo separado de ésta, sino que forma parte inseparable de ella.
La Ley del Karma es la ley de la causación. Dondequiera que haya una causa, ésta ha de producir un efecto. La semilla es la causa del árbol, siendo éste su efecto. El árbol produce, a su vez, semillas y se convierte así en la causa de éstas. La causa se halla en el efecto y éste se halla en la causa. El efecto es, pues, similar a la causa. Ésta es la cadena universal de causas y efectos que no tiene fin.
No sobra ningún eslabón en la cadena. Este mundo se rige por esta ley vital y fundamental, que es inexorable e inmutable. Esta gran ley opera en todas partes, tanto en el plano físico como en el mental. Ningún fenómeno puede escapar al funcionamiento de esta ley poderosa. Todas las demás leyes de la naturaleza están subordinadas a esta ley fundamental.
No puede darse ningún acontecimiento sin una causa definida y positiva que lo propicie. El estallido de una guerra, el surgir de un cometa, el comienzo de una epidemia, el trueno, el relámpago, el terremoto o el volcán, las inundaciones, las enfermedades en el cuerpo, la fortuna, el infortunio, todas las cosas tienen causas definidas tras ellas.
La gran ley de la causación incluye la ley de la acción y la reacción, la ley de la compensación y la ley de la retribución. Todas estas leyes se agrupan bajo el título genérico de Doctrina del Karma.

La ley de la acción y la reacción
Si hay una acción, debe haber una reacción. La reacción será de igual fuerza y de naturaleza similar a las de la acción. Cada pensamiento, deseo, imaginación y sentimiento producen una reacción. La virtud produce su propia recompensa; el vicio produce su propio castigo. Así funciona la ley de la reacción.
Dios ni castiga al malvado ni premia al virtuoso. Son sus propios Karmas los que producen el premio o el castigo. Es la ley de la acción y la reacción la que produce los frutos. No hay que culpar a nadie de ello.
Esta ley opera en todas partes con una precisión constante y con una exactitud científica. La ley de la acción y la reacción opera en ambos planos, físico y mental.

La ley de la compensación
La ley de la compensación opera en todos los fenómenos de la naturaleza. La semilla se abre y surge de ella un gran árbol. No se pierde nada al romperse la semilla, pues surge un árbol de acuerdo con la ley de la compensación. La madera se quema y se destruye, pero se produce
calor de acuerdo con la ley de la compensación, pudiéndose así cocinar los alimentos en el fuego.
Si hace demasiado calor en el sur de la India, hace entonces mucho frío en el monte Kailas o en Uttarkasi, en los Himalayas. Ésa es la ley de la compensación. Si hay en un determinado lugar diez truhanes, habrá también dos almas sátvicas para compensar. Ésa es la ley de la compensación. Cuando es de día en la India, es de noche en América. La paz sigue a la guerra y viceversa. Ésa es la ley de la compensación. Esta ley opera también en el plano mental.
La ley de la compensación mantiene el equilibrio y establece la paz, la concordia, la estabilidad, la armonía y la justicia en la naturaleza. Piensa profundamente. Reflexiona. Recapacita. Verás cómo esta ley de la compensación opera maravillosamente en todas partes en los fenómenos de la naturaleza. Es inexorable e inmutable. Nadie puede desafiar a esta ley implacable e irresistible. Si haces un acto malo cosecharás un mal fruto en compensación.
Si consideras la vida de un individuo como un hecho aislado que empieza con el nacimiento de su cuerpo físico y termina con su muerte, no podrás hallas ninguna explicación coherente a los acontecimientos de la vida. Te moverás a ciegas. Tu vida presente no es nada comparada con la existencia del alma. Es momentánea, es un mero fragmento. Siempre que trates de buscar la causa o el antecedente de cualquier cosa, tendrás que remontarte a los acontecimientos remotos producidos a lo largo de la existencia eterna del alma. Sólo entonces podrás encontrar un equilibrio perfecto entre la causa y el efecto o entre el antecedente y la consecuencia. Tendrás, pues, que juzgar teniendo una visión amplia que contemple la existencia del alma como algo eterno.
La ley de la compensación abarca una parte muy amplia que afecta a toda la existencia. La vida no concluye con la desintegración de este cuerpo físico. Existen sucesivas reencarnaciones, y han habido también incontables vidas previas. Toma esto en consideración y adopta una visión más amplia de la existencia. Únicamente de este modo podrás aclarar tus dudas y hallar una solución perfecta y satisfactoria para los acontecimientos intrincados y complejos de la vida. Después no quedará lugar ya para quejas, lamentaciones ni errores.

La ley de la retribución
Todo crimen o acción reprobable genera su propio castigo de acuerdo con la ley de la retribución. La ley de la causación, la ley de la acción y la reacción, la ley de la compensación y la ley de la retribución, funcionan todas combinadas y simultáneamente. Quien roba a otro hombre, se roba antes a sí mismo. Quien hiere a otro hombre, se hiere antes a si mismo. Quien engaña a otro hombre, se engaña a sí mismo primero.
Recuerda que Dios no es ni parcial ni injusto. Recuerda que Dios no es responsable de la riqueza de un hombre ni de la pobreza de otro. Sufres debido a tus propias acciones negativas.
No hay nada caótico o caprichoso en este mundo. Nada ocurre en este universo por casualidad o de una manera desordenada. Todo ocurre según una sucesión ordenada. Los acontecimientos se siguen unos a otros en un orden armónico. Hay una cierta conexión definida entre lo que haces ahora y lo que te ocurrirá en el futuro. Siembra, pues, siempre semillas que den frutos positivos y que te hagan feliz aquí y después de esta vida.

Cómo se conforma el Karma
El hombre tiene una triple naturaleza, que consiste en Ichha, Ñana y Kriya. Ichha es el deseo o sentimiento. Ñana es el conocimiento. Kriya es la voluntad. Las tres conforman su Karma. Él conoce los objetos, como la silla, el árbol, etc., siente alegría o tristeza por ellos y desea hacer esto o aquello.
Tras toda acción hay un deseo o pensamiento. Surge en la mente el deseo por un objeto e inmediatamente piensas cómo obtenerlo, esforzándote luego por poseerlo. El deseo, el pensamiento y la acción van siempre juntos. Son los tres hilos, como si dijésemos, que se trenzan formando la cuerda del Karma.
El deseo induce el Karma. Trabajas y te esfuerzas por conseguir los objetos de tu deseo. El Karma produce sus frutos, como dolor o placer. Tendrás, pues, que renacer una y otra vez para cosechar los frutos de tus Karmas. Ésta es la Ley de Karma.

Sanchita, Prárabdha y Kriyámana
El Karma es de tres tipos: Sanchita, o las acciones acumuladas; Prárabdha, o las acciones fructificadas, y Kriyámana, o las acciones presentes.
Sanchita son todos los Karmas acumulados del pasado. Una parte de él conforma el carácter del hombre, sus tendencias y aptitudes, capacidades, inclinaciones y deseos.
Prárabdha es esa parte del Karma pasado que es responsable del cuerpo presente. Es el fruto maduro para cosecharlo. No se puede evitar ni cambiar. Sólo se consume al experimentarlo. Asi pagas tus deudas pasadas.
Kriyámana es el Karma que se está produciendo ahora para el futuro. También se denomina Agamí o Vartámana.
En la literatura vedántica hay una analogía muy bonita. El arquero ha disparado su flecha, que ha salido ya del arco. Ya no puede hacerla volver y se prepara para disparar otra flecha. El manojo de flechas que lleva en el carcaj sobre su espalda es Sanchita. La flecha que ha disparado es Prárabdha. Y la flecha que está a punto de disparar con su arco es Agami. De los tres, tiene pleno control sobre Sanchita y Agami, pero tiene que consumir su Prárabdha. Tiene que experimentar el pasado que ha comenzado a producir su efecto.
El Prárabdha no puede evitarlo ni siquiera Íshuara o el Señor. Incluso Nala, Rama y Yudhishthira, que tenían grandes poderes y sabiduría, tuvieron que someterse a este Prárabdha. Nala no deseaba irse al bosque; sin embargo, se vio forzado a ir, pues su Karma le obligó a ello. Rama había de ser instituido como rey de Ayodhya y, sin embargo, se vio forzado a marcharse al bosque. Gándhiji deseaba vivir ciento veinte años; no hubiera querido que le disparasen, pero su Prárabdha Karma produjo ese acontecimiento fatal.

El destino y el esfuerzo propio
Aunque la Ley del Karma es inexorable, deja lugar para la gracia divina. La gracia llega por medio de la penitencia, la austeridad y la devoción. La penitencia no altera la Ley del Karma, pero es un acto que produce frutos positivos.
Lo que uno ha de cosechar no puede alterarse; pero si evitarse su repetición por medio del esfuerzo.
El esfuerzo propio es Purushartha. El destino es Prárabdha. Éste no es más que el resultado del Purushartha llevado a cabo en nacimientos previos. El esfuerzo de hoy se convierte en el destino de mañana. El esfuerzo propio y el destino son una misma cosa. Prárabdha y Purushartha son una misma cosa. Son dos nombres que designan una misma cosa. Igual que el presente se convierte en pasado y el futuro en presente, del mismo modo que sólo existe el presente, asi también hay un único Purushartha. Cuando Dios actúa a través del hombre, eso es Purushartha. La gracia se convierte en Purushartha.
La lluvia y otros fenómenos no están bajo el control humano. Sin embargo, un granjero ara su campo y ejercita un esfuerzo, o Purushartha. La cosecha puede estropearse debido a la falta de lluvia, pero el hombre no pierde la cabeza. Hace sacrificios para que llueva y recoge una buena cosecha. De igual modo la práctica de yoga es el esfuerzo por neutralizar el mal Prárabdha aunque obstaculiza la realización del ser o Atma_Sakshatkara. Si Prárabdha es poderoso, el yoga es más poderoso aún.
Cada alma es como un labrador que tiene un campo. La superficie, la naturaleza del suelo y las condiciones del tiempo están todas predeterminadas. Pero el labrador es libre de labrar la tierra, abonarla y conseguir buenas cosechas, o bien dejar que permanezca abandonada.
Prárabdha concierne solamente al pasado. El futuro está en tus manos. Tu cambias tu destino. Tienes una voluntad libre para actuar. Adopta un nuevo punto de vista. Ármate con discriminación, alegría, discernimiento, y con un espíritu intrépido. Te espera un futuro glorioso y brillante. Entierra tu pasado. Puedes hacer milagros. Puedes hacer maravillas. No abandones la esperanza. Puedes destruir los efectos de los planetas desfavorables por medio de tu fuerza de voluntad. Puedes mandar a los elementos y a la naturaleza. Puedes neutralizar los efectos de las energías negativas y de las fuerzas antagónicas oscuras que puedan actuar en contra tuyo. Puedes anular tu destino.
No digas : “El Karma, el Karma . Mi Karma me ha hecho así”. Esfuérzate. Haz Purusharta. Haz Tapas. Concéntrate. Purifícate. Medita. No te conviertas en un fatalista. No te rindas a la inercia. No bales como un cordero. Ruge OM, OM, OM ,como un león del Vedanta. Ve como Markandeya, que estaba destinado a morir a sus dieciséis años se convirtió en un Chirányivi, en un niño inmortal de dieciséis años, gracias a sus Tapas o austeridades. Los picaros Yagai y Madai de Bengal se convirtieron en santos muy evolucionados. Se hicieron discípulos de Gouranga-Nityananda. Lo que otros han hecho, también tú puedes hacerlo, no hay duda de ello.

Cómo se edifica el destino
El pensamiento es Karma. Pensar es el verdadero Karma. El pensamiento modela tu carácter. El pensamiento se materializa y se convierte en acción. Si dejas que tu mente cultive pensamientos buenos y elevados, desarrollarás un carácter noble y harás naturalmente acciones buenas y loables. Si abrigas pensamientos negativos, desarrollarás un carácter bajo. Ésta es la ley inmutable de la naturaleza. Por tanto, tú puedes conformar deliberadamente tu carácter cultivando pensamientos sublimes.
Siembras una acción y cosechas un hábito. Siembras un hábito y cosechas un carácter. Siembras un carácter y cosechas un destino. Por eso, el destino es tu propia creación. Tú lo has construido. Pero puedes deshacerlo cultivando pensamientos nobles y realizando acciones virtuosas y cambiando tu forma de pensar.
Las impresiones de las acciones pequeñas y grandes se unen y forman tendencias. Las tendencias se desarrollan formando el carácter. El carácter produce la voluntad. Si un hombre tiene un carácter fuerte, tiene una voluntad fuerte. El Karma produce el carácter y éste produce, a su vez, la voluntad. Las personas de una gran voluntad han desarrollado ésta por medio del Karma realizado a lo largo de incontables nacimientos. No puede un hombre, en una sola vida, desarrollar una voluntad poderosa, sino que ha de realizar una serie de acciones virtuosas a lo largo de varios nacimientos. Las fuerzas de esas acciones se agrupan y, en un nacimiento determinado, surge un gigante como Buddha, Jesús o Sánkara. Ninguna acción se realiza en vano. Nada se pierde. Se necesita un esfuerzo paciente e infatigable. Tendrás que observar cada pensamiento, palabra y acción.
La voluntad del hombre es siempre libre. Pero por medio del egoísmo se ha vuelto impura. Sin embargo, deshaciéndose de los deseos bajos, elevándose sobre los gustos y aversiones, la voluntad puede purificarse, fortalecerse y convertirse en una fuerza dinámica.

El hombre es dueño de su destino
Tú no eres una creación del entorno o de las circunstancias, sino que eres el dueño de tu propio destino. Eres el arquitecto de tu propia fortuna. Eres responsable de tu sufrimiento presente. Eres responsable de tu estado actual. Si eres infeliz, es por tu propia culpa. Si eres miserable, es también por culpa tuya. Toda acción produce su futuro, tarde o temprano. Una acción virtuosa produce placer. Una acción negativa causa dolor.
Tu caridad en vidas pasadas te ha proporcionado riquezas en tu vida presente. Tu servicio a la humanidad en vidas pasadas te convierte en un líder famoso en la presente. Los pensamientos poderosos de tus vidas pasadas se convierten en tus capacidades en tu vida actual. Los actos virtuosos de tus vidas pasadas te proporcionan un buen entorno en tu vida actual. Tus experiencias en vidas pasadas forman la conciencia de esta vida. Las acciones desinteresadas de tus vidas pasadas te proporcionan discriminación, desapasionamiento y aspiración en esta vida presente por medio de la gracia del Señor.
Si oprimes a una persona, sufrirás opresión en otra vida y cosecharás el fruto de la semilla que sembraste en esta vida. Si hieres el ojo de un hombre, te herirán el tuyo en otra vida. Si rompes la pierna de un hombre, romperán tu pierna en otra vida. Si alimentas al pobre, tendrás abundancia de alimentos en otra vida. Si construyes asilos, poseerás muchas cosas en otra vida. La acción y la reacción son iguales pero opuestas. No existe poder en este mundo que pueda impedir que las acciones den su fruto. Tal es la Ley del Karma. Tal es la ley del nacimiento y la muerte. Tal es el círculo que has de atravesar en tu camino.

Tres tipos de acción
Las acciones son de tres tipos: buenas, malas y mixtas. Los Karmas buenos te convierten, en el cielo, en un dios o un ángel. Los Karmas malos te conducen a nacimientos inferiores. Las acciones mixtas te proporcionan un nuevo nacimiento humano. Si robas a un hombre para alimentar al pobre, ésa es una acción mixta. Si ganas dinero por medios ilegales y construyes un templo o un hospital, ésa es una acción mixta. Si obtienes dinero engañando a una persona y construyes un Ashram, o monasterio, para los sanniasins, también eso es una acción mixta.
Toda acción es una mezcla del bien y el mal. No puede existir en el mundo ni la acción absolutamente buena, ni la acción absolutamente mala. Este universo físico es un plano relativo. Si realizas una acción, producirá algún bien en un sentido y algún mal en el otro. Debes tratar pues de realizar aquellas acciones que puedan producir un máximo de bien y un mínimo de mal.

Veracidad de la Ley del Karma
La doctrina del Karma forma una parte integral de la filosofía Vedanta. La ley del Karma es una de las doctrinas fundamentales, no sólo del hinduismo, sino del budismo y jainismo.
Lo que un hombre siembra, eso habrá de cosechar. Esta es la ley del Karma. Resuelve el rompecabezas de la vida y del universo. Produce solaz, satisfacción y consuelo a todo el mundo. Es una verdad evidente por si misma. Afortunadamente, también los occidentales han empezado a reconocer ahora su importancia ahora y veracidad. Muchos americanos creen plenamente hoy en día en esta doctrina. Todo hombre sensible tiene que aceptarla.
Un estudio profundo de esta ley proporciona coraje al desesperanzado, al afligido y al desesperado. E destino lo crean los pensamientos, los hábitos y el carácter del hombre. La posibilidad de corregirlo y mejorarlo, reside en cambiar sus pensamientos y hábitos. El truhán puede convertirse en santo. La prostituta puede convertirse en una mujer casta. El pordiosero puede convertirse en rey. Esta poderosa ley da lugar a todo ello.
Sólo la doctrina del Karma puede explicar el misterioso problema del bien y del mal en este mundo. Sólo la doctrina del karma puede proporcionar solaz, alegría, paz y fortaleza al afligido y al desesperado. Resuelve las dificultades y problemas de nuestra vida, proporciona coraje al desesperanzado y al desamparado. Incita al hombre a cultivar el pensamiento, la palabra y la acción rectas. Proporciona un futuro brillante a quien vive de acuerdo a esta ley universal. Si todo el mundo comprendiese esta ley correctamente y cumpliese con sus deberes diarios cuidadosamente, la humanidad se elevaría hasta alturas sublimes en la escala de la espiritualidad. Sería moral y virtuosa y tendría una vida feliz, pacífica y contenta. Podría soportar el peso del Samsara con paciencia y fortaleza. No habría lugar a protestas al ver las desigualdades dé nacimiento, fortuna, inteligencia y capacidades, etc. Los hombres vivirían el cielo en la tierra. Todo el mundo estaría alegre incluso en el sufrimiento. La avaricia, los celos, el odio, la ira y la pasión se desvanecerían. La virtud reinaría en todas partes. Tendríamos una gloriosa Satya Yuga, o Edad de Oro, ahora mismo, con paz y abundancia en todas partes. ¡Bendito es el hombre que entiende y vive la Ley, pues alcanzará pronto la conciencia de Dios y se convertirá en el mismo Legislador ! La Ley dejará entonces de actuar sobre él.

Por Sri Swami Sivananda

 

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